sábado, 7 de enero de 2012

capitulo III

La Guia Canesfé y el General Nodrmich se quedaron solos en la vasta cámara.


El General Nadormich permanecia inmóvil, no podía sentir ni frío, ni calor, tan solo un inexplicable ardor en su pecho, fuego que sentía cada vez que se encontraba ante ella.
El General Nadormich era un ser atractivo, de alta estatura. Con ojos grandes del color del acero y resplandecientes como el relámpago, en los que se leía una extraordinaria decisión y firmeza. Los largos cabellos negros, le caían sobre la espalda, como un poderoso manto. Vestía una especie de túnica del color de la noche, debajo de la coraza adaptada perfectamente a su torso, adornada con los emblemas y figuras propios del Clan del Fuego, al igual que los brazales de los antebrazos. Los calzones ceñidos a las piernas y botas con bordados de oro. En la cintura portaba tan solo una daga, adornada en su empuñadura con preciosas joyas. Todo el conjunto le daba un aspecto recio.


El General inclino la cabeza, con respeto.
-Mi señora-.  Su voz era solemne, pero en su mirada se podía apreciar la admiración que la figura de Canesfé despertaba en aquel ser orgulloso.


Canesfé permanecía muda e inmóvil, imponiendo silencio con el gesto; podía ver el reflejo de sus ojos en los ojos del General. Estaba llena de dudas, de preguntas sin respuesta, mas no dijo nada que pudiera perturbar el hechizo de ese instante. Habría congelado el tiempo, el universo, solo para permanecer, así, junto a él,  hasta el  final de los días.
Ha Canesfé la envolvía un halo de misterio, una fragancia mística, atractiva, contradictoria y, sin duda, misteriosa.
Embra de semblante sereno, su rostro reflejaba una belleza perenne que los años no le ha  podido arrebatar. Su piel blanca, inerte, contrasta con el negro de su cabello sedoso, cuidadosamente desordenado. Adornado tan solo con una tiara de oro que imita el color de sus ojos. Su vestido de fino brocado rojo, estaba envuelto por un corpiño sembrado de piedras preciosas.


Entre ambos había una mutua atracción que ellos ocultaban a los ojos de los demás,


-No soporto las conspiraciones.- Pensó en voz alta, sus palabras brotaron atropelladas, había indignación en su mirada.


-¿Uma?- Preguntó, el General. Cosa que se recriminó enseguida, puesto que sabia la respuesta a su desafortunada pregunta.


-No...sabes que no. No es la lealtad de mi hija la que está en tela de juicio, sino otra.- Canesfé se giró, dejó fija la mirada en el suelo, pensando... meditando bien el resto de la entrevista; confiaba en su General, confiaría la vida a su General...Se volvió hacia el General,  y cogió sus manos con las suyas..-Debemos ser fuertes ahora, vienen tiempos dificiles y hay que estar preparados.


El General Nadornch asintió. Aunque, lo hubiera hecho, cual quiera que hubiera sido la sugerencia o la orden de su adorada y en secreto amada Canesfé.

-¿Qué  puedes decirme del Príncipe Olta?.- preguntó Canesfé.

Rápidamente el General se apresuró ha responder. -Lo hice seguir por uno de mis soldados, escurridizo y leal...el General hizo una pausa, su semblante estaba ahora serio, extremadamente serio.

La Guia Canesfé, le instó a que continuara, quería saber, debía saberlo todo...

-El Príncipe Olta...-continuo el General, -Ambos sabemos, que, colecciona una gran cantidad de fechorías y crímenes...Pero no creo que los actos del príncipe se deban tan solo por un arrogante exceso de crueldad. Veo en sus acciones un plan siniestro, un plan terriblemente nocivo y mortífero. Ha tenido secretas reuniones con los lideres de otros Clanes, así como incursiones en las Tierras Sometidas con sus herederos, con el solo fin de apagar sus instintos asesinos y saciar su sangriento apetito..-Calló el General, dió por concluido se mensaje. Y, esperó la respuesta de su amada y admirada Canesfé.

Canesfé, asintió. Estaba bien... todo esto...las sospechas de su hija...incluso las suyas propias, no eran meras imaginaciones. Había que intervenir, con mano firme, o su casa, la sociedad a la que ella tan fervientemente servía, serían devoradas por el fuego del odio y la crueldad del Clan del Hielo.

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